Como Sandra Bullock

A 600 kilómetros sobre el planeta Tierra, no hay nada que transmita el sonido. No hay presión atmosférica, no hay oxígeno. La vida en el espacio es imposible (Primeras imágenes del film «Gravity», de Alfonso Cuarón)

Quizá os hayáis preguntado dónde me he metido estos últimos días…

Es posible que ni yo mismo lo sepa, pero para que lo entendáis, deciros que he estado en órbita:

Por supuesto que no lo he estado en el sentido literal del término, estoy hablando en sentido figurado. Pero sí puedo deciros que, mentalmente, me he sentido como Sandra Bullock en «Gravity«, girando sobre mí mismo, descontroladamente, buscando una referencia que dar a alguien para que me encontrase, se apiadase de mí y me llevase de nuevo al planeta Tierra.

Como le ocurre a Sandra Bullock en la película, tuvo lugar un impacto tremendo que destruyó lo que estaba haciendo, a media faena, sin avisar, sin darme tiempo a ponerme a cubierto, con la fuerza de un ciclón, arrasando y llevándose por delante tres años de ilusión y esfuerzo.

Como George Clooney, he tenido que desenganchar mi arnés de seguridad del traje espacial para no arrastrar en la caída a… (perdonad, no voy a dar nombres…) y he preferido la inmensa soledad y la negrura del espacio interestelar. Y así he estado, alejándome del punto de impacto, para evitar que me atravesara la metralla.

Como Sandra Bullock, las he visto de todos los colores, me he desesperado, he gritado en un lugar en que nadie podía escuchar mis gritos, he golpeado con fuerza los paneles de control en un intento desesperado de que los motores se pusieran en marcha… y todo ha sido en vano.

Hay una cosa que no he hecho como Sandra, pues mis lágrimas no han flotado ingrávidas en la cápsula espacial. Algunas han caído al suelo, víctimas de la tiranía de la gravedad; otras, en cambio, me las he tragado en silencio, quizá haciéndome más daño que beneficio, pero es que uno, a su edad, ya no puede cambiar…

Aquí estoy, recluído en mi improvisada balsa interestelar, esperando que Houston escuche mis mensajes, ideando algún plan que me lleve a efectuar la peligrosa maniobra de reentrada en la atmósfera, en la que (si no entras con el ángulo adecuado) puedes convertirte en cenizas.

No espero que nadie entienda lo que hoy escribo, pues esta vez no lo hago para comunicarme con los demás, sino que escribo para mí mismo.

Espero, como Sandra Bullock, que algún día tenga la suerte (aunque sea tras muchas fatigas y peligros) de poder llegar a tierra firme y sentir el tirón de la gravedad. Mientras, aquí me tendréis orbitando sin sentido, en silencio, mientras me envuelve el frío vacío del espacio exterior…